MALEZA
En mi corazón hay un espacio especial para Maleza. Quizás ellas no lo sepan pero fueron el primero proyecto en Colombia que se acercó a mi trabajo cuando volví hace dos años. Para mí, que ellas me contactaran deseando que yo a través de mi arte interpretara un proyecto suyo fue sentir un abrazo, una bienvenida amorosa a la tierra de la cual broté, fue un ‘hola, gracias por volver, te invitamos a conectarte con tus raíces otra vez’. No siento que haya sido casual que fuera Maleza quien me recibió, no siento que fuera casual que yo conociera este proyecto en ese momento particular, no siento que fuera casual que la forma en la que se desarrolló ‘Casita chat’ hablara sobre la casa, el cuerpo y las plantas. Siempre estaré agradecida con ellas por ese abrazo apretado que me dieron sin saberlo.
Más allá de esta historia, agradezco que existan humanos en la tierra que hagan cosas tan hermosas como lo que se hace acá. Que nos ayuden y conecten con la naturaleza que somos desde lugares armoniosos, sensibles y bellos. Que combinen disciplinas y oficios diferentes generando conversaciones necesarias. Entonces, gracias Maleza por existir y gracias por abrirme una vez más las puertas a su proyecto.
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Yo sigo su trabajo desde que nos conocemos hace más o menos dos años, pero tal vez hay personas que no saben que es Maleza y quienes están detrás. Cuéntennos un poco sobre su proyecto y sobre el porqué del nombre que eligieron para nombrarlo.
Camila:
Maleza es un laboratorio de paisaje. Nosotras somos cuatro mujeres arquitectas y nos hemos enfocado en el diseño y desarrollo del paisaje. Cuando nos juntamos todas, veníamos de una experiencia más tradicional de este campo donde hay una mirada un poco más ornamental o funcional del paisaje según la necesidad que tiene alguien x que te llama y te contrata para algo, ya sea un cerramiento, una fachada, un antejardín o un jardín interior, por ejemplo. En esa estructura, las cosas se resuelven de una manera muy practica por medio de herramientas técnicas y desde una mirada ortodoxa del paisaje. Como somos arquitectas todas tenemos una formación técnica de hacer planos, dibujar y contabilizar entonces a partir de ahí se formó la primera rama de Maleza que es la técnica. Es decir, nosotras sabemos cuáles plantas pueden ir juntas, sabemos como se desarrollan, cuanta área abarcan, las podemos dibujar en un plano, las podemos cotizar y podemos compartir desde la mirada técnica los cuidados para mantener un jardín.
Pero nosotras teníamos muchas preguntas porque también queríamos tener una mirada propia del paisaje, sentimos que es un lugar en el que hay que demorarse y también sentimos que hay que dignificar tanto el oficio del jardinero como el lugar de las plantas en nuestra vida. Reflexionamos mucho sobre como nosotros hemos tenido una postura muy extractivista u ornamental de lo que el ser humano dispone a las plantas a hacer en función a el. De ahí nace el nombre Maleza, queríamos re-interpretar el jardín local como un jardín más silvestre donde también hay plantas que llegan pioneras, donde el tiempo es el ingrediente fundamental y va dictaminando quien quiere vivir en ese jardín, de qué manera quiere vivir, como se expresa, como se desarrolla o como crece. Es una mirada más contemporánea y asilvestrada si la podemos llamar de alguna forma de lo que es el paisaje, buscamos entenderlo también como un montón de dinámicas y de relaciones de especies que llegan y colaboran, se desplazan, desplazan a otras y se desarrollan de formas no estáticas.
“De ahí nace el nombre Maleza, queríamos re-interpretar el jardín local como un jardín más silvestre donde también hay plantas que llegan pioneras, donde el tiempo es el ingrediente fundamental y va dictaminando quien quiere vivir en ese jardín, de qué manera quiere vivir, como se expresa, como se desarrolla o como crece”.
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¿Cuáles son las otras ramas de Maleza?
Camila:
La primera que es la que ya comentamos, la técnica. La segunda tiene que ver con la memoria pues sentimos que es importantísimo volvernos a vincular con la etnobotánica que es nuestra relación milenaria con las plantas, preguntarnos de qué manera nos hemos relacionado con ellas, desde la medicina o desde lo atractivo, desde lo ornamental o desde los tejidos o desde los oficios de la cocina, por ejemplo. Entonces es muy importante rescatar y valorar la memoria en Maleza. A partir de ahí, vemos que uno de los oficios que nos parece necesario observar es la cocina. La cocina es una manera en la que el ser humano siempre ha transformado el paisaje, cuando uno viaja se da cuenta que dependiendo de lo que crece en una zona cambia la gastronomía fundamentalmente. Entonces, aunque la cocina podría estar encajada en la línea de la memoria decidimos diferenciarla, es la manera en la que mucha gente todos los días se relaciona con el paisaje local. Puede que no tengan un jardín, puede que no le gusten las plantas en la casa, pero bueno, ¿hoy te comiste un tomate? bienvenido, es nativo, es de esta zona del trópico, el tomate es de esta latitud.
Por último, introdujimos la rama del cuerpo que es una línea relacionada con la ecología profunda, nos habla de nuestra relación con el propio cuerpo y con el otro, de qué manera nos hemos conectado históricamente con ese otro ya sea siendo el otro una planta, otro animal, un elemento, una roca y como lo podemos reinterpretar. Esa reinterpretación necesita unas preguntas que no nos hemos hecho en muchos milenios, como por ejemplo en qué momento asumimos que las plantas son casi muertas, son una cosa casi inerte. Por qué voy a anular ese cuerpo vegetal solo por ser distinto al mío. Entonces la rama del cuerpo en Maleza nos invita a hacernos preguntas relacionadas con los cuerpos, los sentidos y como volverlos a conectar. Es la línea de Maleza quizás más pedagógica donde hacemos más experimentación, es la más filosófica, tratamos de generar encuentros físicos y de generar contacto a través de otros sentidos no intelectuales o visuales, con el paisaje y con el otro.
Entonces, ¿Cómo es la mirada que tiene Maleza sobre el paisaje?
Camila:
Yo siento que esto justamente es algo que diferencia mucho a Maleza. Nosotras tenemos un genuino interés por relacionarnos con personas de otras disciplinas, la arquitectura y el paisajismo como cualquier otra profesión son unos nichos y un conocimiento que esta siempre conectado entre humanos que hablan el mismo idioma y eso se vuelve como un lenguaje particular que puede quedarse encapsulado. En Maleza, nos ponemos a veces en unos lugares que son incómodos, al hacer encuentros o trabajar con grupos de personas que tienen rangos de edad entre los 18 a 60 años atravesamos retos difíciles. La persona de 60 años, por ejemplo, ha crecido con un conocimiento de que las malezas hay que arrancarlas y que el paisaje es de cierta manera o, por otro lado, una persona joven que ha crecido en un mundo más digital de pronto no ha tenido la oportunidad de tener un jardín. Entonces siempre estamos como en un rango amplio donde hay muchas miradas, donde las personas usualmente no se han hecho muchas preguntas, donde hay que deconstruirles un poco también la estructura o mirada que ha tenido por muchos años sin darse cuenta probablemente, es difícil. Se genera una ruptura fuerte que implica conversar con el otro o a veces ponerte más vulnerable para entablar esas conversaciones, nuestros ejercicios a veces desatan emociones al preguntarse cómo ha sido esta existencia con el otro que siempre fue anulado, hay gente que se pone muy emocional, asi como hay otros que no se logran conectar. Pasa de todo y eso hace que para nosotras sea un reto y un riesgo.
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Carolina:
En ese ejercicio de hablar y de no anular al otro o a lo otro, también hay un interés todo el tiempo de comunicarnos con otros humanes a través de la pregunta y a través de ninguna certeza. Revisando la filosofía hemos visto de donde vienen esas ideas de anular lo otro o de entender que lo vegetal es más parecido a un objeto y no un ser viviente, y al ver que es algo absorbido uno también puede ser muy empático en entender por qué las cosas se han dado así o por qué una persona de una generación anterior puede tener esa percepción. Entonces en Maleza hay un interés de tratar de acercarse de una manera no violenta ni impuesta de que esto es ‘asi o asa’ si no, más como una invitación a la pregunta constante porque en ese ejercicio uno se da cuenta que incluso uno mismo en la superficie tiene un discurso distinto, pero en el core o en las cosas más sutiles uno también tiene esas ideas instaladas desde hace mucho tiempo. Verse también ahí es importante en la idea de entender que estamos todos juntos haciéndonos preguntas para relacionarnos de otras maneras. Una conversación, un diálogo todo el tiempo que además es muy flexible y es muy importante en el ejercicio desde lo pedagógico hasta lo técnico. Siempre tener presente que en todas las instancias que estás hablando con otra persona, ese otro tiene otra idea del paisaje y es importante tener la capacidad de ser empático y revisar de dónde vienen esas ideas.
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Luisa:
También hay algo que ahorita se está repitiendo mucho lo cual hace que cada vez más personas sean conscientes de eso y es que como nosotros estamos tan separados de la naturaleza somos muy duros con el ser humano sabiendo que también se necesita una especie de sensibilización, lo que nosotras decimos mucho es que realmente lo que más nos atrae del paisaje son las relaciones que se tejen entre todas las partes y entender a los seres humanos dentro de la naturaleza, somos naturaleza, no es que la naturaleza es una cosa y nosotros estamos acabando con ella. Esto también abarca preguntas muy internas sobre cómo nos hemos relacionado como especie, que también son muy interesantes y que tocan fibras muy sensibles. Esto es un tema que nos interesa mucho, que nada se entienda como que una cosa no tiene que ver con la otra, casi siempre las cosas están conectadas y eso es lo que uno se da cuenta también en el ejercicio del paisaje, al sembrar un jardín, no es solo un pedacito de tierra, finalmente al hacerlo está generando un impacto en ese entorno. Al sembrar un jardín uno atrae más fauna, se desarrolla un hábitat para las especies de la zona o incluso desde el suelo mismo que es lo más invisible y lo que nosotros no vemos, es muy interesante pues abajo se tejen un montón de relaciones entre hongos y bacterias que manejan un equilibrio muy complejo y simbiótico para que todas las plantas puedan estar ahí y para que todos esos microorganismos que están en el suelo puedan sobrevivir y mantener el suelo sano. Entonces yo creo que el paisaje también de alguna manera lo transforma mucho a uno cuando uno empieza a trabajar con el, permite darse cuenta de como estamos conectados con todo y eso es muy bonito.
“…como nosotros estamos tan separados de la naturaleza somos muy duros con el ser humano sabiendo que también se necesita una especie de sensibilización, lo que nosotras decimos mucho es que realmente lo que más nos atrae del paisaje son las relaciones que se tejen entre todas las partes y entender a los seres humanos dentro de la naturaleza, somos naturaleza, no es que la naturaleza es una cosa y nosotros estamos acabando con ella”.
Me gustaría profundizar un poco más en la relación actual de los humanos/paisaje.
Luisa:
Hay una parte de la que hablábamos ahora que a nosotras nos ha gustado revisar y que explica mucho las relaciones que tenemos hoy en día. Por un lado, yo creo que parte de ese paisaje que entendemos como ‘pintado’ es una construcción de hace muchos años pues finalmente el paisaje es algo muy subjetivo, el que tu ves no es el mismo que veo yo. Creo que esa subjetividad entonces se convierte en algo muy bueno y válido pues si uno no lo atraviesa por la mirada subjetiva el paisaje se queda en algo muy plano y separado a lo que somos nosotros también. Entonces yo creo que eso primero es importante entenderlo. Por otro lado, si uno se pone a pensar en las comunidades pre-hispánicas o las comunidades indígenas que habitan en nuestro tiempo ellos por ejemplo no tienen una palabra que signifique paisaje, ellos si tienen un montón de palabras que los vinculan al paisaje, los vincula con todo su entorno, pero no tienen una palabra que nos diga paisaje como eso que esta allá afuera. Esto nos lleva a entender que, esa idea ha sido una construcción occidental, ese paisaje que solo miramos y que está ahí afuera, separado de nosotros. Ahorita también revisando muchas de las relaciones que tienen estas comunidades, vemos que se conectan muy diferente con su entorno y ahí uno se da cuenta como estamos permeados por las visiones europeas en nuestro caso por ejemplo, que también creo que es importante hacerlo sin juicio y entendiendo como eso también nos ha forjado y como ha permeado tanto en nosotros.
En el caso por ejemplo de la cocina, nosotros acá decimos mucho ‘no, es que nosotros no conocemos nuestra cocina’, ‘no conocemos nuestras especias’ pero todo esto tiene una explicación y es que en el tiempo de la colonia se estigmatizaron muchos alimentos, las fiestas rituales que se hacían en ofrenda a esos alimentos se prohibían o por ejemplo había muchos alimentos que a los españoles que llegaban no les gustaban entonces eso también se eliminaba. Todo eso caló tan profundo en nosotros que pues claro, empezó a generarse un complejo por lo propio y como resultado una especie de admiración a todo eso que viene de afuera. Pero es porque hubo una colonización muy fuerte no solo del territorio si no del pensamiento y sentimiento, entonces yo creo que eso explica mucho las relaciones que tenemos con el paisaje, pero siento que cada vez más hoy en día nos damos cuenta de eso y estamos haciendo un poco esa ‘descolonización’ para entender quiénes somos, lo cual es una pregunta muy profunda y difícil en un territorio tan diverso, tan mestizo y donde ha habido tantos intercambios culturales.
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Camila:
Esa percepción del paisaje lejano viene es de un momento en la historia puntual en Europa cuando nos dispusimos a separar la cultura de la naturaleza, entonces como somos seres cultos, ya no somos parte de ella y de ahí en adelante pasó todo lo que hablamos antes, nos separamos, lo volvimos pictórico lo volvimos como algo que no tiene nada que ver con nosotros, acá estamos nosotros y allá esta la naturaleza y ese discurso se ha perpetuado de muchas formas y por eso esa pregunta de quienes somos vale la pena hacérsela y retroceder para entender cómo es que llegaron esas ideas aquí mismo.
Hablemos del paisaje interior.
Afuera hay montañas, árboles, especies diversas… acá adentro hay órganos, fluidos, masas, bacterias y emociones.
Camila:
Justo ahorita en estos días que hemos estado planeando este curso de filosofía y botánica hubo una frase que nos deslumbró mucho que decía algo como ‘nosotros con los ojos siempre hemos asumido que las plantas son muy simples porque brotan de la tierra, tienen las hojas expuestas y es todo lo que uno puede ver de ellas, es aparentemente una estructura muy simple, un funcionamiento tan básico que parece un elemento casi muerto’ y este filósofo decía que a medida que esta planta germina y expande sus hojas, no te estas dando cuenta que está tres veces más hacia adentro. Hacia la profundidad de la tierra y que se está desarrollando en su mundo interior de una manera que no es perceptible con los ojos. Entonces todo ese entorchamiento que pasa abajo cuando ya despliegan todas las raíces y se relaciona con otros seres ocurre en el subsuelo en donde además se están descomponiendo otras cosas, y donde habitan otros seres como bacterias y hongos. Es un universo. Uno en la vegetación de manera muy clara puede ver esas dos polaridades entre lo que está afuera recibiendo la luz que parece ser una geografía un poco más simple y todo lo que está pasando ahí abajo que es un mundo complejo y desconocido.
Yo creo que la psique es igual, uno aparentemente tiene unas geografías que son más simples a la vista, más claras, mas lumínicas, más sociales, como unas máscaras expuestas y hay otras geografías difíciles, hacía adentro, que están enraizadas, que van a lo profundo, que son complejas, que no se pueden ver a simple vista y que toman tiempo. Irse a las plantas es muy interesante porque de alguna manera son atemporales, o sea, ellas tienen unos periodos muy largos para transformarse, expandirse, contenerse y la psique siento que tiene mucho de esto también, la psique es muy atemporal. Puede que vos estes ahorita de 33 años, pero en tu psique estas lidiando con un ser de 4 años y al mismo tiempo con la que va a venir en la vejez y paralelo con tus ancestros. Eso es una cosa que no tiene tiempo. Es que el tiempo es una convención que nos inventamos para enloquecernos un poco. Uno sabe que es finito, tenemos un tiempo, una mortalidad, eso es el tiempo de cronos pero estos otros tiempos que son más el del kairos, el de aion o el eterno retorno son tiempos más circulares, están más en la mente, en la psique y eso tiene que ver mucho con las plantas y sus relaciones y ciclos complejos.
Carolina:
Este año tuvimos la oportunidad de acompañar a unos chicos de diseño de vestuario en el Pascual Bravo en el primer módulo de taller de diseño. De ahí resultaron varias cosas, pero fue muy lindo llegar a un lugar y hacer el ejercicio de generar relaciones de cosas que están muy relacionadas pero que aparentemente no. ¿Qué pueden venir a decirnos unas paisajistas a un grupo de diseño de vestuario? habrán pensado. Para responder esta pregunta del paisaje interior, pensé en ese momento porque en una de las clases les pedimos que nos contaran como sería su paisaje. Fue muy lindo también ver que la forma que tenemos de contarnos a nosotros mismos es a través de las formas que vemos afuera en la naturaleza, mucha gente recurría al agua, por ejemplo, al mar, al mar profundo que es distinto al agua de un rio que corre. Fue muy interesante pensar que estamos tan interconectados que en esas maneras nos parecemos, no es místico, es real, nosotros también tenemos unas aguas que fluyen con distintas fuerzas, la luz nos atraviesa de formas diversas, la sombra nos provoca ciertas cosas. Los humanos nos podemos ver mucho en esas maneras en las que la naturaleza se expresa, está todo reflejado. Hacer una pausa, demorarse un poquito, buscar una sabiduría que viene desde el cuerpo y los sentidos no tanto desde el intelecto o desde lo que yo pueda racionalizar e intentar nombrar. Es muy importante poner esto en valor, no por encima de lo otro, pero si poder ver que nos hemos separado en el momento también en que creemos que lo racionalizamos y entendemos y lo podemos nombrar y te lo puedo contar y tu lo puedes entender. También hay otras cosas que pasan en ese mundo más sutil e interno, pero que también se ve reflejado en lo que está afuera.
“…a medida que esta planta germina y expande sus hojas, no te estas dando cuenta que está tres veces más hacia adentro. Hacia la profundidad de la tierra y que se está desarrollando en su mundo interior de una manera que no es perceptible con los ojos. Entonces todo ese entorchamiento que pasa abajo cuando ya despliegan todas las raíces y se relaciona con otros seres ocurre en el subsuelo en donde además se están descomponiendo otras cosas, y donde habitan otros seres como bacterias y hongos. Es un universo”.
¿El azar y la transformación que representa en Maleza y en la vida de cada una?
Luisa:
Siento que el azar es algo que definitivamente en este oficio uno tiene que abrazar y de hecho buscar. Porque cuando sembramos un jardín uno simplemente hace un hábitat para que ahí la vida pase y se despliegue, lo que pase después es un montón de dinámicas, movimientos, coreografías, muertes, vidas, ahí lo que pasa es algo que nosotras no controlamos y de hecho es lo que buscamos un poco también. Con lo que hablábamos incluso de las plantas pioneras, esas plantas que aparecen y algunas personas desean quitar porque no son las deseadas pues nosotras buscamos que aparezca más vida justamente y haya una sucesión de eventos y seres relacionándose.
A modo personal siento que es algo que me han enseñado mucho las planas también, atravesar la incertidumbre. Navegarla. La vida todo el tiempo se está desplegando y también hay que abrazar las cosas que pasen como vengan, siento que eso es algo que al trabajar con plantas puede dimensionarse más. La transformación también es importante en el sentido de que es algo muy cíclico, la transformación siempre esta permeada por ciclos de muerte y renacimiento que es lo mismo que pasa en un jardín y uno a veces esta por allá en una tierra, en un subsuelo, en unas profundidades, en las partes más oscuras navegando, habitando, soportando y lidiando. Esas oscuridades personalmente me han traído lo bonito de sentirme muy conectada a todo y como muy atravesada por una fuerza mucho más grande que la propia, que la personal por así decirlo, atravesada por una fuerza que lo hace a uno igual de alguna manera estar vivo, seguir. Siento que ha sido muy lindo y la analogía de estar afuera en la atmósfera y adentro en la profundidad es muy similar al humano, uno habita mucho esos dos espacios cíclicamente. Entonces sí, creo que eso de la transformación es importante, después de esos periodos de enraizamiento y de estar ahí abajo lo que se desarrolla son tallos muy fuertes y un florecimiento que lo que vuelve a hacer después es empezar un ciclo otra vez.
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Carolina:
Yo también siento que esas dos palabras tienen mucho que ver con el ejercicio de observar nuestro trabajo y nuestra parte interna. Pero hay una palabra que siento que es muy importante a la hora de hablar de azar y transformación y es atención. El azar siempre está pero siento que al estar atento a lo que está pasando, a la transformación de las cosas, uno puede atravesarlo mejor. Es ahí en donde uno (esto aplica a mí y al jardín) puede entender una pizquita más de lo que está viviendo. Porque también el azar puede venir y tu estas mirando para el otro lado y si claro, sientes que algo pasó, algo cambió, pero al estar atento uno puede tener una mejor compresión sobre los procesos, que son cíclicos, que tienen ritmos distintos. La atención ayuda a que cuando uno necesite mirar hacia atrás se sienta sostenido de alguna manera por algo. La transformación siento que habla del proceso. De sentirse en proceso, en Maleza digamos que al menos yo personalmente siento que es algo así todo el tiempo, tenemos unos trabajos que nos hacen hacernos unas preguntas de cómo queremos vernos en ese lugar, después llegan unos momentos en donde esos trabajos nos hacen preguntarnos como queremos hacer las cosas y así, sucesivamente. Si uno mira desde lejos uno puede ver todos esos ciclos de transformación que hemos tenido como grupo y como nos hemos transformado a partir de las preguntas que todo el tiempo están ahí. Ahí uno ve el crecimiento, permeado por el azar. La atención permite tejer o desbaratar un poco hacia atrás y unir esos cabos otra vez.
Qué reflexiones pueden compartir sobre la colaboraciones o simbiosis que se generan entre los humanos y las plantas.
Isabel:
Yo personalmente creo que venimos todos de un mismo universo y estamos unidos en todo. Entonces la colaboración nos une a todo en todos los sentidos. Desde como nos alimentan, como nos enseñan a vivir, la impermanencia, los diferentes ritmos de la vida. Todos los espacios que nos rodean vienen de las plantas y de la naturaleza. Una cosa que aplico mucho en mi vida en el día a día es que cuando estoy sintiendo cualquier sensación emocional me conecto mucho entendiendo los ritmos de las plantas. Ellas me enseñan sus ciclos, porque nosotros como humanos somos mucho más inmediatistas, necesitamos ver resultados más rápido o queremos salir de sensaciones sin atravesarlas. En cambio, las plantas sus ritmos y sus momentos me enseñan a calmarme, a respirar a entender el flujo de la vida más conectado al cosmos.
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“Yo personalmente creo que venimos todos de un mismo universo y estamos unidos en todo. Entonces la colaboración nos une a todo en todos los sentidos. (…) las plantas sus ritmos y sus momentos me enseñan a calmarme, a respirar a entender el flujo de la vida más conectado al cosmos”.
¿Cómo les gusta entender la belleza?
Luisa:
Yo lo entiendo como lo que nos toca en lo más profundo, eso es lo bello. Porque uno puede encontrar belleza en muchas cosas, pero realmente lo que lo toca a uno en lo más profundo es como lo que uno encuentra bello y eso es muy bonito porque la palabra tocar es sensorial. En estos días estábamos leyendo un texto que se llama el sentimiento de si y habla sobre como los sentidos han estado siempre muy enfocados en lo tradicional que conocemos; el olfato, el tacto etc. Claro, hay que volver a ellos, pero entendiendo que no son unas herramientas de alarma que tenemos para alertarnos y sentir el entorno, sino que también lo que se percibe con los sentidos genera sensaciones que se despliegan en todo el cuerpo y todo el ser. Yo creo que la belleza remite mucho a eso, porque la belleza uno la puede percibir con los sentidos, pero eso no es solo afuera, es adentro también. Es dejarse afectar por las cosas.
Camila:
Para mí la belleza es estar atento. Uno puede maravillarse viendo algo descomponerse así mismo ver algo en su máximo esplendor, super fértil, florecido, algo que está sacando semillas. Tener una plaga, eso también si uno se pone a detallar cada cosa que pasa se da cuenta que es muy bello, realmente. Todo es muy bello. Aun cuando uno está en su peor momento eso tiene cierta belleza, el dolor puede ser bello. Es hacer el ejercicio de resignificar qué es lo bello. Es una pregunta que hacemos mucho en los talleres porque claro, la belleza depende de la carga cultural y el lenguaje que se utiliza. Pero yo diría que todo es espectacular.
Carolina:
En lo que uno quiera poner su atención y su tiempo, ahí va a encontrar belleza. Finalmente, uno sabe que está invirtiendo su energía ahí y eso digamos como que es lo que lo hace bello. Entonces también pienso que las cosas bellas se hacen. Se van haciendo. Obviamente hay cosas que por gustos o las maneras en las que se expresan o como lo conectan a uno con ciertas cosas de entrada le parecen a uno bellas, pero hay otras con las que toma más tiempo encontrar la belleza, pero está ahí. En el jardín, si uno se empieza a relacionar con el y sus procesos puede estar en la sequía o en el florecimiento máximo, si uno estuvo atento y presente en general en las estaciones que pasó pues va a estar bien y va a estar bello.